Mucho se habla sobre las muelas del juicio y se las suele relacionar con una extracción casi obligatoria. Este caso es frecuente pero, en realidad, a muchas personas no llegan a salirles nunca y en otras erupcionan sin causar ningún problema.
Qué son las muelas del juicio
Los terceros molares o cordales, en número de cuatro, se ubican en la parte posterior de cada arcada dental, dos de cada lado. Suelen aparecer al final de la segunda década de la vida o al principio de la tercera, lo que coincide con la madurez de la persona y de ahí su nombre. Se diferencian en esto de los demás dientes, que aparecen en edades tempranas.
Por otra parte, su anatomía es muy variable. Pueden tener de una a cuatro raíces y de uno a seis conductos. Por ello los tratamientos odontológicos pueden ser más complejos que en otros dientes.
Qué problemas pueden presentar
Estos dientes presentan las mismas enfermedades que los demás: caries, posiciones inadecuadas o periodontitis. En el caso particular de la muela del juicio pueden ocurrir dos situaciones frecuentes. La primera de ellas es que, para poder ejercer la función de masticación, deben tener contacto con su equivalente de la arcada opuesta. En muchos casos existe una muela pero no la otra, por lo que la erupcionada resulta inútil.
Otro caso que se ve a diario en las consultas odontológicas es que el tercer molar no tenga espacio suficiente para erupcionar. En este caso pueden suceder dos cosas. Una de ellas es que no salga o lo haga parcialmente sin generar problemas, con lo que se habla de molar retenido asintomático.
En el caso contrario, se puede producir dolor e inflamación de la encía. La presión contra los demás dientes genera desplazamiento y apiñamiento que luego habrá que corregir con ortodoncia. En estas situaciones es cuando está indicada la extracción, y en contra de lo que se suele creer, no necesariamente debe hacerse antes de los veinticinco años en todos los casos, aunque a esa edad resulta más fácil. En el caso del molar retenido asintomático no hay evidencia suficiente que apoye la exodoncia del molar.
¿Por qué tenemos las muelas del juicio?
Entonces, ¿Si son completamente realmente inútiles para nosotros, porque nos salen?
La respuesta tiene que ver con nuestra evolución.
Los antepasados homínidos no tenían la misma dieta que nosotros, desde la masticación de muchas plantas a carne no preparada, la mandíbula tenía un mayor desarrollo, era más amplia y tenían más piezas dentales. La evolución y las dietas más blandas nos ha llevado a tener maxilares de tamaño cada vez más reducido, manteniendo el mismo número de piezas dentales. Por ello, en muchos casos no hay suficiente espacio para completar la dentición definitiva de forma adecuada.
En la parte posterior de la boca hay generalmente menos espacio, ya que a la edad en que la cordal erupciona ya lo han hecho los demás dientes de esa arcada. Por otra parte, la presencia de la rama ascendente del maxilar inferior estrecha aún más el espacio disponible para erupcionar.
Las muelas del juicio no necesariamente representan un problema. Sin embargo, es el especialista en odontología quien debe evaluar al paciente y decidir cuál es el tratamiento indicado para cada caso. Déjate aconsejar por nuestros profesionales.
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